“Inercia”. Así comienza Like Roots In The Soil (2017), una obra relativamente interactiva de SpaceBackyard que consigue suscitar multitud de preguntas acerca de su intención y de la naturaleza humana. Como con cualquier pieza artística, los significados e interpretaciones son infinitos, y mi opinión, como una de tantas, es un pececillo en un océano gigante, no más grande ni más pequeño que los otros. Pero, tras reexperimentarlo varias veces y leer detenidamente el texto, me decanté por una lectura particular de esta obra tan peculiar: habla sobre el determinismo de la vida humana y de cómo romper el ciclo infinito de padres e hijos.
Al principio, pensé que los personajes de los dos mundos eran la misma persona en tiempos diferentes, tanto por la complexión como por la mochila, que es la misma. Por tanto, el mundo distópico debía ser posterior al mundo “normal”. Sin embargo, tras leer y releer el texto, e iniciar y reiniciar la obra, llegué a la conclusión de que no eran la misma persona, sino padre e hijo. Esto probablemente haya ocurrido porque en casi todas las obras que tratan el fin del mundo, la realidad “presente” es la posapocalíptica y la “pasada” es el mundo normal. Pero, al pensar que el vínculo entre las dos personas es una relación de padre e hijo, entiendo que la ciudad destruida es anterior a la ciudad en buenas condiciones; en otras palabras, esta no es una obra sobre la destrucción del mundo, sino de su reconstrucción.
Lo
que haya podido provocar la ruina de ese lugar es de esa clase de
misterios que ni se resuelven ni hace falta resolver, pero lo que
fuera, fue probablemente un error humano. ¿Cambio climático?
¿Guerra? Sea como fuera, las acciones del ser humano llevaron al
desastre. “- Absorbed in the oblivion of the present / at every
step I’m attracted by the future as much as I’m pushed away from
my past -”, exponía la obra hacia su final, y lo que entiendo
de ella es que el ser humano vive inconsciente en el presente, sin
participar en el devenir de las cosas, empujado y arrastrado como una
cosa inactiva, como un canto rodado que va de aquí para allá impulsado
por fuerzas y reglas que le preceden; como el viajero de un tren que,
por incercia, va a la misma velocidad y en la misma dirección
que el tren, con un camino ya determinado.
Hay varias razones por las que la dirección de la vida de uno puede permanecer inalterada durante años, décadas o toda la vida. Una de ellas es la causa propia, individual, pero esta es minúscula frente a la influencia externa: la cultural, la social, la paternal... “- Held up by a story that has deep roots in me / roots, born by the courage of a single persona / sons, like me, of my father -”. Los humanos estamos casi “predefinidos de fábrica”, determinados por una infinidad de elementos exteriores los cuales nos convierten en seres muy parecidos a quienes vinieron antes de nosotros y que a su vez fueron muy similares a quienes estuvieron antes de ellos. El curso de los humanos, tanto a nivel individual como colectivo, está gravemente marcado por lo que vino antes, unas raíces profundas en la tierra que se extienden de manera indefinida generación tras generación, que alimentan al mismo árbol, que los hace seguir el mismo camino por inercia.
Sin
embargo, puede romperse el ciclo, puede salirse de la vía
establecida por quienes nos preceden. Como dice el propio Like
Roots In The Soil: “- All objects continue in their existing
state of rest or uniform motion, unless that state is changed by an
external force - / - First, the calm, and then a sudden force that
disturb(s them) -”. La humanidad puede acabar con el círculo
vicioso si decide de manera consciente obrar de otra forma, tomar
otro camino: puede plantar un nuevo árbol, del que saldrán nuevas
raíces para una nueva vida. Tanto a nivel individual como colectivo,
el ser humano puede generar esta “fuerza externa que cambia el
estado de movimiento uniforme”, acabar con la “inercia” de la
que viene y crear una nueva tendencia determinada. Esto se simboliza de manera literal en
la forma del padre que planta el árbol, que luego vemos
completamente adulto y del que luego puede disfrutar el hijo.
El mundo del padre, terrible y destrozado, terminó así tras haberse seguido un camino que llevaba a la ruina, y hubiera permanecido así, inalterable, en un movimiento uniforme, de no ser porque decidió plantar un nuevo árbol, con nuevas raíces. Así, les dejó un nuevo mundo a la generación posterior, que puede disfrutar de una ciudad bonita y reconstruida. Todo esto es una referencia clara algunos de los errores que cometemos en la vida real, como el cambio climático. Estamos encaminados, por inercia, a un futuro terrible; si queremos que nuestros hijos tengan un mundo en condiciones, debemos parar el movimiento uniforme en el que nos encontramos y plantar un nuevo árbol para ellos, un árbol del que saldrán raíces que crecerán profundas en la tierra. Podría parecer una tarea descomunal iniciar esta transformación, pero como dice la obra, “roots, born by the courage of a single person”, solo hace falta el valor de una única persona para iniciar el cambio de rumbo y plantar nuevas raíces.
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